Soy Carlos, el padre de
Max. Como sabéis durante y después de cada torneo mi hijo, mi mujer Laura y yo, hablamos de las sensaciones durante
los partidos y a lo largo de todo el torneo para después hacer este articulo, corregirlo,
el nos dice esto y lo otro, y al final lo publicamos. Pues bien, esta va a ser la primera y espero
que la última vez que el articulo sea una publicación exclusivamente mía. Y será
así, porque la decepción que nos aborda en estos momentos no nos deja ponernos
de acuerdo en la manera e intensidad en que deberíamos explicaros lo sucedido
en el Torneo de Menores de la Federación Catalana de Pádel, disputado en el CTC
de Castelldefels. He decidido dejar hoy totalmente al margen a Max porque lo
que hoy me gustaría exponeros todavía forma parte de su formación.
Este iba a ser a priori
un Torneo diferente, un reto al que Max no se había enfrentado todavía. La decisión
de su compañero Gerard de jugar los torneos con su hermano Pol, hizo que tuviéramos
que buscar un compañero nuevo y la decisión de Max de jugar con Alex Yglesias, le
obligaba a apuntarse en la categoría Junior.
El viernes teníamos el
primer partido y no podía empezar de mejor manera, los contrarios iban a ser
precisamente los hermanos Montfor, Gerard y Pol. Personalmente tenía ganas de
ver las evoluciones de los hermanos en este verano y en especial las de Gerard.
A Max le hacía ilusión enfrentarse a su compañero de todo este año. El partido
se preveía ajustado y sobre la pista así fue. Excepto de Alex por no conocerlo,
de Max y los hermanos puedo decir que han aprovechado bien el verano. Gerard ha
trabajado mucho en su bandeja y ese hombro revoltoso, ahora ya controlado, le permite
construirla bien y en ocasiones es definitiva. Los hermanos han trabajado juntos
este verano el fondo de pared y su movilidad y han conseguido tener un juego muy consistente. Max y Alex acusaron no haber jugado juntos ningún campeonato,
jugaron individualmente bien pero les falto ese entendimiento en la pista que
hace falta para cerrar bien los espacios y pasar de la defensa al ataque con garantías
de éxito. El resultado de 6-3/6-2 a favor de los hermanos Montfort fue justo
premio al trabajo realizado en verano aunque Alex y Max no hicieron un mal
partido.
Hasta aquí las cosas iban
bien y entraban dentro de lo previsto. Sábado a las 17.00 horas teníamos el
primer partido de consolación. Al llegar a las instalaciones nos informaron de
un retraso de una hora aproximadamente y después de casi dos horas nos
comunican que pasamos directamente a la final por incomparecencia de los
contrarios. ¡Vaya!, una tarde perdida y de cabeza a una final donde lo más
normal es que haya una diferencia de nivel un tanto exagerada. Cuando ya nos habíamos
hecho a la idea de que iba a ser un partido duro para los chicos y que lo mejor
que podrían sacar de él es el convencimiento de luchar por hacer el mejor papel
posible, recibimos una llamada de Toni, el juez del Torneo y al que le
agradecemos su trabajo y trato con los chicos y padres, para darnos la noticia
de que ya son Campeones de Consolación Junior puesto que los otros finalistas
ya han comunicado que no asistirán al día siguiente a jugar la final.
Creo que soy incapaz de
explicar cómo se te queda el cuerpo cuando sabes que tienes que ir a recoger una
medalla de Campeón de Consolación de un Torneo en el que solo has jugado un partido
y lo has perdido; creo que tampoco puedo
explicar con palabras el enfado que me supone asumir que hemos perdido un fin
de semana que podríamos haber aprovechado perfectamente para estar con nuestro
otro hijo.
Esta es una situación que
se suele dar casi siempre en algún partido de casi todos los torneos, pero en
este nos ha dejado con cara de tontos y con las ganas de pedirle explicaciones
a no sabemos muy bien quién.
Yo no pongo en duda que
en ocasiones existen situaciones a las que no podemos hacer frente y que no nos
permiten cumplir con nuestros compromisos. Si, he dicho compromisos, porque
participar en un Torneo de cualquier deporte es un compromiso con tus oponentes,
es un compromiso con el organismo que organiza el evento y faltar a él sin una razón
de peso es una falta de respeto.
Pero para mí lo peor de todo es la falta de
respeto hacia el deporte en sí, faltando al compromiso que adquirimos con él desde
el mismo día que incitamos a nuestros hijos a practicarlo. Los valores del
deporte que todos nosotros mencionamos en un momento u otro a nuestros pequeños
deportistas (lo importante es participar, hay que respetar al contrario, etc.) son valores que ellos necesitan para crecer
como personas integras: el esfuerzo por conseguir una meta, la constancia
cuando no todo va como lo hemos previsto, el respeto y la valoración del
trabajo de nuestros compañeros; valores que se pierden para la vida cuando
decidimos que la posición que hemos ganado no es suficiente para nosotros o que
el esfuerzo que hemos aplicado para conseguir un fin que no llega, no tiene
valor. Ganar no es lo importante.
Hoy he aprendido, y
espero que así lo haya entendido Max, que no son los trofeos los que dan valor
al deportista sino que son los deportistas los que dan valor a los trofeos.
Max, hoy, esa medalla de Campeón
de consolación que te ha dado vergüenza recoger, no tiene valor por los adversarios a los que
te has tenido que enfrentar, tiene valor por el respeto que les demuestras día
a día al deporte, a sus organismos y a tus compañeros.
VA FOORT!!!
CARLOS
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